No sé si a ti también te pasa.
Pero cuando me tropiezo con algo que escribí hace un tiempo, lo releo y pienso varias cosas:
1) Si ahora escribiría lo mismo (porque sigo pensando igual, o si pienso algo diferente en este momento)
2) Si lo haría de la misma manera
En 2022 escribí esto para vender mi libro:
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"¿Qué vas a aprender con este libro?
- Cómo organizar tus mañanas específicamente para rendir más y conseguir más cosas
- Por qué madrugar es el hábito definitivo
- Cómo distribuir las primeras horas del día para ser realmente productivo
- Por qué algunos de los mejores CEO y las personas más poderosas del mundo se despiertan temprano
- Cómo despertarte temprano sin utilizar tu fuerza de voluntad
- Por qué acostarte tarde está acabando con tu energía y te está limitando
- Cómo hacer que estés deseando levantarte de la cama cada mañana
- Cómo hacer seguimiento de tu hábito para mantenerte motivado y no rendirte
- Cómo convencer a tu entorno para que te ayude con tu reto de madrugar cada día
- Cómo establecer el hábito para que no vuelvas a quedarte dormido (casi) nunca"
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En esencia, creo que hoy diría lo mismo de arriba.
Pero en cuanto a cómo lo diría, seguramente lo escribiría diferente.
No solamente porque hace dos años desde que escribí esa lista, llevo mucha parte de este tiempo escribiendo emails diarios, y ahora puede (solo puede) que los ítems fueran más llamativos, mejor elaborados…
Sino porque recuerdo que, en aquel momento, escribí esta lista (y la descripción de la página de Amazon) con prisas, prácticamente corriendo, por quitármelo de encima y pasar a otra cosa.
No es mi mejor copy.
Y no lo es no solo por mi habilidad de entonces, sino porque aún no había descubierto una Verdad que ahora sí conozco, y que trato de aplicar, aunque me cueste, prácticamente cada día:
“La intensidad con la que das, marca la intesidad con la que recibes”
Que quiere decir que:
"Si das poco, te esfuerzas poco, y profundizas poco…
…solo puedes recibir poco, con poca intesidad, y de manera superficial"
Puedes verlo como una cuestión de causa-efecto desde el plano más prosáico y tangible posible, como llevártelo al lado espiritual/sutil, y seguiría teniendo sentido.
Si das 100.
Puedes recibir 100.
Si das 20.
No.
"Pero David,
¿Cómo voy a dar 100, a esforzarme, a currármelo al nivel al que sé que tengo que currármelo para conseguir los resultados que quiero…
…si siempre estoy a piñón, “no me da la vida”, tengo mil cosas abiertas, y prácticamente no llego a nada?"
Solución:
“Inventar más tiempo.”
¿Cómo lo hago yo?
Decidiendo despertarme antes de lo que habitualmente lo hacen otras personas, para tener tiempo no solo para mis cosas, sino también para llevar mis proyectos a un nivel suficiente como para que me devuelvan resultados con los que me sienta satisfecho.
Más corto:
Madrugo para hacerlo mejor.
Hacerlo mejor, me lleva más lejos.
Y “lejos” es donde está la luz al final del túnel que mucha gente está buscando.
No solo hay que hacer cosas, sino también hacerlas con intensidad, con fuerza… tratando de descargarte por completo, de terminar exhausto, cada vez que te pones a hacerlas.
No me refiero solo a trabajo.
Es en todo.
Si lo piensas, y lo llevas a otras actividades de tu vida como la familia, el deporte, el amor, e incluso el sexo, te darás cuenta de que cuando entregas lo que tienes sin miedo y sin reserva, eso mismo que das te viene de vuelta.
A veces no de inmediato.
Otras, en ese mismo instante.
Lo que puedes controlar tú:
Ganar espacio en tu día para entrar en ese “modo de alta intensidad creativa” cuantas veces puedas.
El cómo hacerlo, si lo quieres, lo tienes en mi libro "Cómo despertarte a las 5 de la mañana aunque odies madrugar", y para recibir emails diarios con más consejos, suscríbete abajo.