Estás jodido y aún no lo sabes.

Las pruebas:

Alguien te contó una vez, hace ya muchos años seguramente, que para mantenerte al día en lo que sea que estés haciendo, para seguir siendo relevante, para ser cada vez mejor, tenías que “afilar tu hacha”. Esto, en cristiano, significa mejorar tus habilidades. Lo que dice este dicho de cultura popular norteamericana (como no) es que, de vez en cuando, en lugar de centrarte en darle hachazos al árbol que quieres tumbar, porque así lo único que haces es cansarte porque tu foco está en aporrear (gastar el hacha), lo que debes hacer es pararte a darle filo a tu instrumento. Y eso se consigue, entre otras cosas formándote.

Tiene mucho sentido.

Y en cierta forma, es completamente cierto.

Aquí viene el problema:

Afilar el hacha es mucho más cómodo que darle hostias como un energúmeno al tronco de un árbol (que simboliza el reto que te hayas propuesto, el objetivo que tengas)

Por eso te mola gastar dinero en comprar cursos, y no te mola gastártelo en cuotas de un gimnasio.

El problema es que lo que te pone fuerte no es aprender la mejor rutina del gym (afilar), sino levantarte de la silla e ir a mover hierro (golpear).

Algo que ya sabes:

Si quieres conseguir lo que sea, lo que sea, necesitas la combinación de ambas, digamos, prácticas. Pero si me preguntas a mí, te diré que me juego la mano que prefieras a que estás estudiando, aprendiendo, leyendo, consumiendo de más y trabajando, aporreando, creando, de muchos menos de lo que deberías estar haciendo para llegar a esa Visión que tienes en la mente ahora mismo sobre lo que quieres que sea tu vida.

En Linkedin escribí esto antes de ayer:

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"Verdad incómoda:

Mucha gente no consigue lo que quiere porque no trabaja lo suficiente"

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En nuestro contexto:

“Mucha gente no consigue lo que quiere porque están obsesionados con afilar y no dan los hachazos que necesitan dar para llegar a donde quieren"

En otras palabras, su hacha corta como pocas, pero no cumple su función principal.

Talar árboles.

No te digo que salgas de este post y vayas corriendo a borrarte de los cursos en los que te hayas apuntado, ni a tirar tu colección de libros de no-ficción a la basura, pero sí a decirte que todo eso que te estás metiendo en la cabeza no sirve para nada si no lo aplicas.

Y es en la aplicación, atento ahora, es en la aplicación donde debe afilarse el hacha, haciéndolo entre golpe y golpe.

Suena ridículo.

Pero es la verdad:

Aprender la metodología SOP, la culpable de la mayoría de los comentarios positivos que verás por ahí sobre mí, es el equivalente a aprender una manera de afilar el hacha mientras sigues reventando el tronco, sin parar, porque su función principal es “ordenar de manera productiva” todo lo que le eches. Tus tareas, tus objetivos, tus deseos, tus ilusiones. Luego las organiza, y te las devuelve en tamaño digerible para que puedas meterles mano (o hacha).

SOP no es otro curso.

Son los raíles sobre los que pones ese curso, ese proyecto, ese objetivo, para que al fin camine.

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