Imagina por un momento que te interesa la espiritualidad y que eres a los que algunos llaman un “buscador”.

Alguien que trata de encontrar, de alguna manera y por sus medios, por lo que lee, escribe y estudia por su cuenta, la trascendencia, el sentido de la vida, el porqué último… como lo quieras llamar.

Ok.

Ahora imagina que yo soy cura.

Llegas a mi despacho, una tarde cualquiera, porque has pedido una cita conmigo para que te ayude en tu búsqueda.

Nos saludamos, me cuentas sobre ti, y me preguntas:

“¿Qué tengo que hacer para trascender?”


Y yo te digo:

“Seguir a Jesús”


Y tú me dices:

“¿Estás seguro de que es Jesús, y no es a Buda a quien debo seguir?”


Y yo te digo:

"Bueno, hay muchas personas que han encontrado su sitio en la vida, y en la eternidad, siguiendo los pasos de Buda.

Pero a quien yo conozco, y de quien también tengo testimonios de personas que han encontrado lo que necesitaban gracias a él, es a Jesús"


Tú me miras.

Yo te miro.

Me preguntas:

“¿Y qué crees que debería leer para seguir los pasos de Jesús?”


A esta, respondo rápido:

“Los Evangelios”


Y más rápido aún me dices tú:

“Ya, pero es que los Evangelios, he visto en un documental del National Geographic, no son 100% verídicos, al menos no históricamente hablando, y muchas personas dicen que incluso se los inventaron unos escritores romanos, contratados por un emperador cuyo nombre no recuerdo, para expandir el cristianismo en Roma, y que en el propio texto se ve claro, cuando los evangelistas, que no lo eran, ponían avisos a los lectores avispasdos que indicaban que el texto era falso, como, por ejemplo, la palabra ”Simón", que significa que lo que acabas de leer es mentira".


Te miro en silencio unos segundos, y digo:

“Sí, conozco esa hipótesis”


Te veo un poco tenso, pero sigues:

"Así que no me siento cómodo aprendiendo sobre alguien siguiendo unos textos que a lo mejor son falsos.

¿Se te ocurre algo que me encaje más?"


Te pregunto, entonces:

“¿Cómo crees que podría ayudarte?”


Esta tenías ganas de decirla:

“Enséñame a rezar”


Pienso un poco, para mí mismo, y te indico lo siguiente:

“Solo tienes que sentarte, en silencio, en algún lugar donde no te molesten, y dejarte amar”


En este momento, siento cómo te estalla la cabeza.

Un poco… mosqueado, diría yo, me dices:

“¿Cómo? ¿Que me siente y ”me deje amar"?


Te digo:

“Sí”


Me dices:

“No lo entiendo”


Te pregunto:

“¿Qué no entiendes?”


Y me dices:

“No lo entiendo porque llevo mucho tiempo probando diferentes tipos de meditaciones; he probado el mindfulness, he leído El Poder del Ahora, he ido a meditar por las tardes, cada lunes, durante un montón de tiempo, al centro budista de aquí cerca, ese que hace esquina, he aprendido a contar mi respiración y a mantener una secuencia, y también estuve practicando yoga; Ashtanga, nada más y nada menos, que es más duro y más estricto aún que el yoga ”normal", que se practica a las 6AM, y muchas más…

…y en todas las prácticas me aseguran que tengo que hacer algo específico para “unirme con lo que Es”:


Una postura.

Una forma de respirar.

Postrarme un número determinado de veces.

Siempre es algo: hacer algo.

Y tú me dices que solo tengo que sentarme, y no hacer nada, y no tiene sentido con lo que ya sé"

Sonrío, porque no es la primera vez que me ocurre esto, y te respondo con una frase que seguramente jamás imaginaste que saldría de la boca de un sacerdote:

“No importa el camino que elijas…”


Silencio.

“… porque todos llevan al mismo sitio”


Más silencio.

"La única vía que no te hace llegar a nada, es la de no dedicir qué camino quieres andar.

Elige uno.

Acepta que no será como tú desearías que fuera.

Deja de mirar a los lados,

Y camina."


Asentiste, me diste las gracias, la mano, y no te volví a ver.

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Esto que he escrito arriba, me ha venido a la cabeza pensando en algo que he visto que ocurre con algunos clientes que he tenido a lo largo de estos años.

Muchos de ellos, más de lo que imaginas, tienen el cerebro frito.

Demasiadas newsletters.

Demasiados libros de negocios.

Demasiadas "fuentes de la verdad".

Es triste, pero me ha pasado que, a algunos, intento explicarles mi método, mi camino, cómo yo lo hago, y cómo yo lo he hecho, pero no se atreven a caminar porque lo que les cuento vulnera otras tantas enseñanzas de marketing, empresa o ventas que han escuchado en otros lugares.

Y que se contradicen también entre ellas.

Creo que la mayoría de los empresarios de estos tiempos, y de los aspirantes a empresarios, que están empezando a facturar ahora y a decidir dónde quieren estar, lo tienen por un lado mucho más fácil (ej: puedes ganar dinero sin alquilar un local, sin tener empleados…), pero, por otro, mucho más difícil, porque el ruido ahí fuera es inmenso.

No saben a quién escuchar.

Ser católico “funciona”, si sigues el camino católico.

Ser budista “funciona”, si sigues el camino budista.

Ser musulmán “funciona”, si sigues el camino musulmán.

Alguien que cree en Dios, pero también en la reencarnación, en el Alfa y el Omega, pero también en el Eterno Retorno, en lo que dice el Corán, pero también en lo que lee en el Bhagavad Gita, reza por las noches a la Virgen, pero también repite los mantras que aprendió en aquel retiro en la India, y lo cree todo por igual, y trata de encajarlo todo para adaptarlo a lo que él piensa que debe ser, no es un buscador.

Es alguien que está perdido.

Y en los negocios, pasa igual.

Todos tenemos razón, y todos, al mismo tiempo, nos equivocamos.

Tienes que decidir qué voz escuchar.

Y cuáles no.

Para crear una comunidad desde 0€ y llevarla a 3.000€/mes en menos de 12 semanas, tengo un método que he creado, que estoy demostrando con otros que funciona, y para el que abro solo 4 plazas para este junio.

Es mi forma.

Lo que yo sé.

Mi camino.

Y este jueves cierro la entrada a Mastery Leaders, haya cubierto las 4 plazas que he abierto o no.

Si quieres saber cómo es será el trayecto, qué fases tiene, cuánto tiempo necesitas, y el precio de empezar a caminarlo, suscríbete abajo.