Después de escribir mi libro “Cómo despertarte a las 5 de la mañana aunque odies madrugar” contraté a un editor freelance para que lo revisara todo y lo dejara listo para publicar.
El tío es un crack.
Emilio, se llama.
No recuerdo en cuál, pero el tío había trabajado toda la vida para una de las editoriales más tochas de España. Si no me equivoco, llevaba en la industria más de 30 años (no es ningún niño, tiene unas cuantas primaveras encima el hombre), trabajando como editor para todo tipo de trabajos y categorías; pero especialmente, en libros de educación.
Cuando lo conocí, pensé:
“Tengo que trabajar con este tío”
Es el típico tipo con quien solo necesitas hablar 5 minutos para saber que sabe lo que está haciendo.
La cosa es que la primera vez que lo contraté, no fue para este libro.
Sino para otro:
“Siete días en Tailandia”
Mi diario personal de la cuarentena que viví con Sara en Bangkok, en medio del Invent-19.
Sabía que no se iba a vender nada, porque este tipo de libros (diarios, cartas y similares) solo triunfan, y esto mismo me lo advirtió Emilio antes de que le pagara, si quien los escribe es una celebridad, un artista de renombre y/o está ya muerto. Yo no soy, ni era, ninguna de esas cosas, así que sabía que mi libro tailandés no se iba a comer un rosco.
Pero quería trabajar con él.
Lo contraté.
Terminó el trabajo:
“David, lo que te dije al principio, antes de trabajar contigo: el libro está muy bien, pero no se va a vender porque este tipo de escritos…”
Me daba lo mismo, lancé el libro y lo “promocioné” en mi lista (esta, pero hace 2 años)
Nos llevamos una sorpresa.
En las primeras 24h, llegó a Amazon Bestseller en dos categorías:
1. Filosofía
2. Antropología
Tengo un par de capturas de pantalla que lo demuestran.
Y menos mal, porque a partir de ese momento, salió del ranking y se hundió, lo más probable es que para siempre (no creo que vuelva a promocionarlo, porque me parece que solo le vería valor a esa lectura alguien que quiera meterse en mi cabeza para descubrir cómo pienso, qué es lo que pienso realmente sobre ciertos temás tabú y cuál es mi verdadero objetivo con esto de emprender, que ya te adelanto que no es “ser mi propio jefe” y tiene mucho que ver con una cifra muy concreta de dinero).
La cuestión es que el libro lo hizo bien.
Luego murió.
El trabajo de Emilio fue tan bueno que en cuanto tenía el de las 5AM listo, volví a escribirle para que me lo editara.
(Es curioso: el primero que terminé fue el de madrugar, pero el primero que publiqué fue el de Tailandia; seguramente porque el primero lo traduje a inglés y recuerdo llevó un tiempo todo el proceso)
Cuando lo leyó:
"David, este libro sí se va a vender bien;
Estás muchísimo más centrado (el otro es un diario improvisado), se nota que controlas del tema, metes muchas anécdotas personales y eso siempre suma, y tiene pinta de que va dirigido a un público muy específico que, creo yo, suele valorar y gastar dinero en estas cosas"
El libro es bueno.
Lo dice Emilio, lo digo yo y lo dice la gente que lo ha leído.
Una lástima que casi no le diera recorrido a la campaña de marketing allá por 2022, porque, como dice mi editor (tiembla, Reverte), el libro tiene el potencial suficiente como para que se haga un huequillo en las categorías en las que está compitiendo.
Qué pena toda esa gente que sigue peleando con la alarma cada mañana por no haberlo descubierto.
Se lee en una tarde y media.
Y se puede aplicar la mañana siguiente.
Siempre recomiendo que empieces a tratar de madrugar un sábado, en lugar de un lunes.
En el libro explico el porqué.
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