Yo sabía que esto del coaching me llevaría por extraños senderos en los que el humo es abundante.
Pero nunca pensé que terminaría siendo un maestro Vudú.
Todo empezó hace una semana, con un cliente “de los buenos”, de esos con los que trabajo en 1-1.
(Esto significa que trabajamos mano a mano, codo a codo, cabeza a cabeza, en reuniones semanales de 1 hora de duración en las que nos centramos en descubrir cómo hacer que él, y no yo, avance más rápido hacia lo que quiere.
Quizás esto a ti te da lo mismo y no te parece nada especial.
Lo es.
Lo es porque trabajo con muy pocas personas en esa modalidad; la gran mayoría de los emprendedores con quienes trabajo conocen una versión descafeinada de mí mismo, porque, como la mayor parte del tiempo trabajo en grupo, tienen que compartir mi tiempo, y mi atención, con otras personas)
Con este cliente, uno de mis protegidos de “El Círculo”, tuve una idea que ahora me parece una genialidad.
Él quería hacer algo “diferente”.
Y yo le propuse esto.
Le dije:
"Tío,
Ya que llevamos prácticamente 3 meses trabajando juntos en 1-1, que también has pasado por Masteryweeks y has hecho todos los ejercicios del programa, que además también tienes las conclusiones que sacamos en “El Descubrimiento”…
…¿Qué te parece si creamos un Dashboard (un cuadro de mandos) para tu desarrollo personal con toda la info que hemos sacado en este tiempo?"
(Aquí hay un silencio por parte de este miembro aventajado de “El Círculo”, que ya te conté que es el grupo de personas con las que trabajo más de cerca, así que intuí que tenía que seguir hablando…)
"Sí, sí, sí, hazme caso NombreCliente.
Vamos a ordenar todos los datos que tenemos sobre ti y lo que quieres, y los vamos a organizar de tal manera que
1) Tengas todo recogido en un mismo lugar
2) Ese lugar tenga un aspecto muy visual, para que te ayude a tener una visión global de todo lo que pasa en tu mundo
3) Y que nos ayude a seguir avanzando hacia lo que estamos trabajando para ti y tu negocio"
No sé si es que yo soy un as de la influencia, a pesar de solo haber sido capaz de pasar dell 20% del infumable libro “48 Leyes del Poder”, o es que este guerrero de la productividad personal confía en mis ideas, pero lo importante es que llegamos a un acuerdo e hicimos lo que le había propuesto.
A partir de este momento, por simplificar, a ese servicio (que fue todo un éxito, por cierto) le llamaré:
“El Avatar”
(De aquí, de la palabra Avatar, viene lo de que me he convertido en maestro Vudú, porque una parte importante de lo que hicimos la ocupa una actividad de identificación de ambiciones personales que me recordó mucho a la más que reprochable práctica de clavar alfileres en la imagen de otro)
Fue él mismo, mi cliente, quien me dijo, indirectamente, que te escribiera hoy este blog:
“¡David, esto deberías estar vendiéndolo ya!”
Así que eso voy a hacer.
Y lo voy a hacer (venderlo) diría que ni siquiera por el dinero, porque el precio que he decidido poner a esto es tan bajo que roza la competencia desleal, sino porque tengo muchas ganas de que algunas personas con las que aún no he trabajado cierren el año conociéndose un poco más a sí mismas y teniendo una visión aérea del punto en el que están, el punto al que quieren ir y del camino que les falta por recorrer.
Como esto es algo que ha ocurrido prácticamente ahora,
Ni siquiera tengo preparada una página de ventas, ni hay una landing en la que hable sobre esto, ni nada por el estilo.
Lo único que puedo decirte sobre “El Avatar” es que consta de:
- Un test online que haces tú por tu cuenta
- Una reunión 1-1 conmigo para interpretar los resultados del test
- Y otra reunión 1-1 conmigo para crear el Dashboard (que te quedas para siempre), en el que “damos a luz” a tu Avatar, que es la versión de ti mismo que deberias centrarte en crear desde ese momento en adelante si quieres “desbloquear” ese potencial oculto que dices que tienes…
Lo bueno de esto es que todo el proceso son unas 3.5h, o por ahí, y no tendrás que comprometerte a trabajar conmigo más de lo que dure el servicio, ni hay pagos extra, ni suscripciones, ni nada adicional que no te haya contado hasta ahora.
Reservas tu plaza para “El Avatar”, seguimos este proceso, te quedas con toda la información y la experiencia, y listo.
Es solo eso.
Ni tú te conviertes en mi “miembro” de nada, ni yo te daré el coñazo con nada después de que terminemos esto.
Pero te advierto, querido amigo que me lees desde el silencio:
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