Si hay una decisión que haya hecho de mí “el hombre que soy hoy en día” es, además de haberme alistado con 18 en lugar de seguir el itinerario académico que todo el mundo (salvo yo) esperaba de mí, 

Esa es, sin duda alguna, empezar a madrugar.


Hay otras importantes, como lo que te digo de entrar en el Ejército.

O como aprender a ahorrar, que me sacó de un nivel de miseria terrible porque, aunque tenía un sueldo que me permitía ser independiente, me lo fundía todo en fiestas con mis colegas del cuartel.

O como operarme para eliminar mi miopía, que me salió una pasta, pero hizo que coger las gafas de la mesa de noche y ponérmelas dejara de ser la primera tarea del día (solo esa sensación ya vale oro), como llevaba siéndolo unos 15 años…


Madrugar, despertarme antes que nadie para ponerme a estudiar, leer o trabajar, me ayudó a pasar de cagrme encima cada vez que tenía que hacer una llamada de ventas, a liderar la expansión comercial en otro continente de aquella empresa de software en la que estaba.

Por depertarme temprano, en lugar de pelearme con las sábanas como las personas que “se despiertan a un horario saludable”, me apunté a un MBA privado, de pasta, y me marché de allí como primero de promoción, siendo el único alumno que no tenía un título universitario con su nombre puesto en él.


Es verdad que para lograr ambos hitos de arriba, y para conseguir otros muchos que también podría haber añadido aquí, me lo tuve que currar y trabajar como un loco.


Pero sé, porque siempre he competido contra otras personas que también se lo curran, que, en muchos casos, en casi todos, los números mandan.


Y si tú te lo curras a saco 10 horas,

Y yo me lo curro a saco 20,

No tienes nada que hacer.

Fin.


En este punto te hago una advertencia:

Si por alguna razón, te ha entrado la imperiosa necesidad de escribirme para contarme lo malísimo que es seguir una rutina como la que te estás imaginando que voy a proponer, para hablarme de los ciclos del sueño, para convencerme de que “las cosas importantes de la vida no son cosas”, o de que desperdicio mi tiempo tratando de dar lo mejor de mí mismo durante cada segundo que paso despierto, por favor, ahórrate el mensaje.

Te responderé porque soy un tío educado.

O no, no lo sé.


Pero ahora mismo hablo para aquellas personas que lean esto y sepan a lo que me estoy refiriendo.


Puede que no te guste.

Puede que no sea el acercamiento a tu vida recomendado por Saber Vivir, Men's Health o la Cosmopolitan…


Pero ahora mismo, mientras lees esto, y especialmente si tienes un negocio,

Estás compitiendo con alguien.


Y lo más probable es que, si no te pones las pilas, si no te tomas en serio esto que tienes entre manos, si sigues pensando que puedes “ser relevante” mientras sigues viviendo a ritmo de Teletubbie,

Permíteme que te diga algo:

Estás equivocado y lo vas a pagar muy caro.


Mientras tú le das vueltas y más vueltas a qué hora deberías levantarte para poder crear una sintonía cósmica entre tus chakras y el Universo,

Alguien se está despertando a las 5 de la mañana, tomándose un café solo a las 5:02, y desayunándose tus sueños mientras tú sigues dando vueltas en la cama a golpe de “Posponer” de la alarma del móvil.


Si no quieres dar correr alrededor de la pista sin parar, no te apuntes a practicar atletismo.

Porque si eres competidor, tienes que competir.

Y si estás leyendo esto, lo eres.

Así que compite.


Hace un año y algo, publiqué un libro con la rutina exacta que utilizo para madrugar prácticamente sin esfuerzo, y con otras que creé, testé y que puede copypastearlas cualquier persona con un mínimo de ambición personal.


Sé que no suena muy elegante esto que voy a decir.

Pero, en igualdad de condiciones intelectuales y organizativas, o incluso si partes de una posición algo inferior, la fuerza bruta manda.


Nadie triunfa por tener talento.

Se triunfa por saber sacarle partido a lo que se tiene.


Para empezar el año 2024 tratándote a ti mismo como un campeón olímpico, y no como amateur de “trote suave” alrededor del parque en el que cagan los perros de tus vecinos.

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