No voy a ponerme aquí a rebatir la idea que Freud tenía sobre el secso.

Seguramente, ni es el lugar, ni yo soy la persona.


Pero me voy a atrever a decir algo revolucionario:

La vida es bastante más que abrirle las piernas a alguien, o que alguien te las abra.


¿O no?




Sea como sea, lo que está claro es que siendo un don, o una doña, nadie indisciplinado/a y sin futuro, no vas a poder ponerle las zarpas encima a los mejores placeres de esta vida.


¿Buenas vacaciones con la familia en las que crear verdaderos recuerdos memorables?

Olvídalo.


¿Seguridad financiera para que tu existencia no se resuma a hacer cuentas comprobando si lo que tienes en el banco te da para “aguantar” hasta el siguiente cobro?

Nada.


¿Secso salvaje y primitivo, en el que desatar tu lado más animal?

Permíteme que me descojone.


(Piénsalo,

¿Quién quiere compartir sus mejores gemidos (sin recibir contraprestación a cambio) con alguien que no tiene sus asuntos en orden?)


Si tuviera un testimonio de algún cliente mío en el que dijera algo parecido a “Gracias a David he conseguido perder 5kg debido a un incremento inesperado en mi actividad secsual, motivado por mi increíble transformación personal resultado de utilizar sus servicios de coaching”, no dudes que esa captura de pantalla ya estaría pegada en este blog.

Y, probablemente, tú ya estarías buscando la tarjeta de crédito con el rabillo del ojo…

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