Cuando pregunto a otros emprendedores por la causa principal por la que creen que no están avanzando lo suficiente, siempre aparece esto entre los 3 primeros motivos:
El síndrome del impostor.
Traigo malas noticias que sé que muchos no quieren leer:
El síndrome del impostor no va a marcharse nunca.
O, al menos, no mientras sigas tratando de crecer, de probar cosas nuevas.
Hoy cumplo 769 días andando “El camino de la impostura”,
También conocido por otros como “Emprendimiento”.
¿De qué va esto de crear productos, servicios y soluciones a problemas, sino de dar un paso al frente, salirte del grupo, y decir “yo puedo resolver este reto para ustedes”?
Es normal que tu cabeza te diga que no puedes.
Es lo que ve a su alrededor:
Personas bloqueadas cuando se enfrentan a ese asunto concreto, personas sufriendo…
Sin embargo, tú vas ahí y dices:
Yo puedo con esto.
Pues claro que tu mente te “juega malas pasadas”.
Está hecha para eso.
Para protegerte, no para que seas feliz correteando por los caminos de suelo amarillo del reino del mago de Oz.
Así que, de nuevo:
Eso del síndrome del impostor no se te va a quitar nunca.
Ni falta que hace.
La única manera de hacer que tu cabeza se calle y te deje en paz con respecto a tus capacidades es demostrarle que no tiene razón con lo que dice y que tú sí que puedes hacer eso que quieres, y que tu mente está impidiendo que hagas.
¿Cómo se demuestra?
Haciéndolo.
Dándote pruebas.
Porque no hay atajos para esto:
No hay mantra, no hay meditación, no hay terapia más eficaz que conseguir algo que en su momento pensabas que no podrías conseguir para lograr, de una vez, sacar ese tema de tu vida.
El problema es que muchos emprendedores se identifican con el famoso “síndrome” para justificar sus pocas ganas de meterse a trabajar por lo que realmente quieren.
La raíz de esto es que, la gran mayoría, no saben qué quieren.
Y los que lo saben, no saben cómo llegar allí.
Y abandonan.
Y es normal.
Cuánto talento desaprovechado por culpa de las dudas que podría estar materializándose en algo valiosos para otras personas…
Cuántas vidas a medio vivir.
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