Creo que uno de mis grandes aciertos empresariales ha sido lanzar y mantener mi newsletter diaria.

Este post que lees ahora te da una idea del contenido que recibirás cada día en tu email.

Cómo empezó todo:

El primer email de esta newsletter salió allá por ago-sep de 2021, unos meses antes de dejar mi empleo como director comercial en un SaaS (software) para buscarme mi vida por mi cuenta. La idea me la dio Mongemalo. No directamente; nunca he hablado con él salvo alguna vez que nos hemos intercambiado algún correo sin demasiada importancia. La cuestión es que quise lanzar mi newsletter, aún siendo empleado, para hablar sobre desarrollo personal y productividad, y me propuse enviar, cada día y sin excepción, un correo que incluyera un ejercicio práctico que mis lectores pudieran hacer ese mismo día.

Salió bien.

No vendía un carajo, pero los emails molaban.

(No vendía, al principio, porque no tenía servicio, no estaba dado de alta, y, lo más importante y lo que más me jode reconocer: aunque había vendido decenas de miles, o incluso cientos de miles de euros acumulados, como comercial para otros, no tenía ni idea de cómo crear algo propio que pudiera venderse, y luego venderlo)

No sé si lo has intentado.

Pero enviar un email cada día es durillo.

En los inicios, luego te enganchas y mola.

Y no es durillo, creo, por el hecho de tener que escribir un correo a diario, que al final no es otra cosa que sentarte delante del PC, teclear un rato, darle a enviar, y pasar a otra cosa.

Es complicadillo cuando empiezas por estas razones:

1. Aparecen dferentes “síndromes” (inventados por ti, porque no existen) que te comen el coco mientras escribes y que te cuentan que tu email es una caca (posiblemente lo sea), que nadie lo va a leer (posiblemente nadie lo lea), que te van a juzgar y pensar “¿quién se cree que es este, el nuevo Isra?” (y posiblemente lo piensen, aunque con menos impacto en tu vida del que crees)… y este parloteo mental produce una fricción emocional que no todos logran vencer

2. No sabes sobre qué escribir

3. No tienes tiempo para escribir, porque los primeros emails que escribas te llevarán 1-1.5h cada uno…

Te regalo mis ideas para resolver todo lo de arriba.

Estas:

1. Asume que lo que vas a escribir y enviar, en los inicios, va a ser basura, que la gente pasará de ti, que algunos de los que te lean te juzgarán e internamente desearán que fracases, y sigue escribiendo y enviando. Cuanto más escribas y envíes, más te liberarás de esa sensación de que estás haciendo algo mal y comenzarás a disfrutarlo.

2. Habla sobre lo que estás haciendo, sobre lo que te interesa o sobre lo que te de la gana, porque, como ya te he dicho, al principio solo te leerán colegas, familiares y compis del curro. La clave en el inicio es vencer el primer punto, el de los “síndromes imaginarios que te quieren a salvo, pero mediocre”. Y eso se logra escribiendo más, no escribiendo mejor (que viene después: cantidad → calidad)

3. Escribir a primera hora de la mañana, a solas en tu despacho, o donde sea, teniendo todo el tiempo del mundo para hacerlo, sin que tengas que mirar de reojo constantemente tu reloj para confirmar que no llegas tarde a otro sitio, o a otra tarea

De hecho, eso es exactamente lo que yo hice.

Cuando empecé, cada email mío salía sobre las 6am, o un poco antes.

Algunos me preguntaron:

“¿Envías el email a las 6am porque así los lectores lo ven a primera hora, lo leen mientras toman un café, y así establecen el hábito de leerte a la hora del desayuno”


Tiene sentido.

Mi respuesta y la razón real:

“Me levanto a las 5am, me siento en el PC, escribo el email, cuando termino, lo envío, y suele salir en ese horario”


Poca estrategia.

Mucha escritura impulsiva.

A primera hora del día.

Como ocurre con casi todo, las florituras, las virguerías, las pijadas, vienen después, con el tiempo.

Lo importante, al inicio especialmente, es que te sientes a escribir y que escribas.

Y para mí, el mejor momento para hacerlo siempre ha sido, y posiblemente será, a primera hora del día, cuando puedo estar tranquilo, disfrutando de lo que escribo, sin prisas, tomándome un café solo en mi despacho.

Ahí tienes un buen hábito (rentable, además) para meter en tu vida cuando empieces a despertarte a las 5am a diario.

(O un poco más tarde, si te salen las cuentas)

El cómo hacerlo sin abandonar, e incluso divirtiéndote, lo cuento en este libro:

“Cómo despertarte a las 5AM aunque odies madrugar”


Se puede comprar en Amazon.

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