Soy un tío bastante analógico.

Un “viejoven”.

Siempre he aparentado más edad, y fui el último de mis colegas en tener internet en el móvil.

(Maldita la hora)


Mi amigo y compi del cuartel, Maki, un rocknrolla de las armas y la vida, hace un montón de años me puso un apodo que luego se convirtió en mi distintivo radio oficial:

“Pureta”


No, los guerreros de verdad no nos ponemos "Halcón Rojo", ni manguiconadas del estilo como las de los soldados de la tele.

En la Infantería española, gana quien tiene el "apodo operativo" qué más vergüenza da de decir en voz alta.

Otros distintivos de similar denigrancia que recuerdo de aquella época:

Tuki-tuki, Conan, Nemo, Bertín (Osborne, era un andaluz con un acento que flipas), Bola, Rata, Galán, Tipo Duro…

(Un brindis por ustedes, estén donde estén, camaradas míos. Gracias por las risas)


También me hice una galleta (parche para el apellido) con mi "PURETA O+" bordado y me la pegué, con orgullo, en el pecho de la guerrera "de campo", y dejé la de "Martín" solo para cuando teníamos que hacernos los serios dentro de la base.

Vamos, que desde los 21 me consideran un viejo.

Así que lo que voy a decir ahora, con 36, puede que sea poco objetivo:

(Pero no por ello menos cierto)


"Me parece que muchos que están leyendo este post están teniendo problemas en su negocio porque se empeñan en hacerlo todo en plan digital".


Quien empieza una newsletter diaria, deja de prospectar como hacía antes.

(Si es que lo hacía de alguna manera)


Quien empieza a currarse las cuentas de redes sociales, deja de ir a eventos presenciales.

El que aprende a lanzar campañas de Ads en Facebook, se olvida de que puede seguir llamando por teléfono para tratar de meter nuevos clientes.

Esto lleva ocurriendo, de diferentes maneras, desde que el mundo es mundo.

Te acomodas.

Y se acabó.

Es cien veces más fácil escribir un email al día (he escrito +1.000, sé de lo que hablo), que decirle a un tío que no conoces, cara a cara, que te compre un servicio que acabas de lanzar.

Cuesta menos subir un post en Linkedin, que cortarte el pelo, comprar buena ropa, diseñar e imprimir tarjetas, levantarse a las 5am, pedir un taxi que te lleve al aeropuerto, pasar aduanas, coger un avión, aterrizar, pagar otro taxi, ir a un recinto ferial, poner buena cara, y meterte 8 horas hablando con gente y escuchando sus movidas.

Lanzar publi en Facebook te lleva 1 hora.

En una hora de llamadas, 10 te cortan en la oreja, te comes 5 "No",  y todavía te quedan 2 horas de rechazo constante para que te aparezca algún "Sí" decente.

Todos nos hemos convertido en marqueses de lo online.

Y la gente se queja porque lo que hacen no funciona:

“¡¡¡¡¡Pero si lo estoy haciendo todo bien!!!!!”


Sí, estás haciendo bien lo que todo el mundo también están haciendo bien.

Por eso a todos les va mal.

Últimamente pongo más interés en volver a la base, a lo real, a lo que funciona ahora, funcionaba antes, y seguirá funcionando siempre.

(Por mucho que la IA termine conduciendo tu coche, preparándote el desayuno y haciéndole el nudo a tus condones)

“Crear relaciones de verdad”


Hablar con personas, en una conversación privada, y ver cómo podemos echarnos una mano para que todos ganemos más dinero.

De eso va esto.

Eso es hacer negocios.

Tu negocio no es tu Instagram, ni tu lista de emails, ni tu Stripe, ni la cuota de autónomos.

Es la suma de todas las relaciones con ánimo de lucro que has sido capaz de construir, mantener y desarrollar.

No necesitas ser el típico "alma de la fiesta" histriónico y semidrogadicto para trabajar esto.

Pero tienes que empezar.

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