Algo con lo que he ayudado a mucha gente, pero con lo que he ganado poco dinero.
Mi libro:
“Cómo despertarte a las 5 de la mañana aunque odies madrugar"
Lo terminé de escribir en Tailandia, al inicio del 2022, encerrado en una habitación de hotel de 5 estrellas que parecían de coña, con mi señora, porque teníamos que pasar 7 días de cuarentena para entrar en el país por aquello de que en la calle había un virus suelto que mataba a la gente aunque al final resultara que no mataba tanto. En esa “suite del terror picante”, donde descubrimos la maravillosa gastronomía tailandesa, terminé de escribir ese libro y también otro “Siete días en Tailandia”, mi diario personal hecho libro para que mis lectores de entonces (alguno sigue por aquí) supiera qué me estaba pasando, además de lo que ya contaba en la newsletter.
Ni un libro, ni el otro, los escribí para ganar dinero.
Quizás por eso no he ganado demasiado por ello.
Resulta que hacer dinero es más difícil de lo que piensa la gente que no trata de hacerlo concientemente.
La cuestión, escribí ambos libros por varios motivos. Ahí va una: porque me daba la gana de tener libros publicados y no quería tener que esperar a tener una audiencia gigantesca, que una editorial me contactara, me regatearan hasta el último céntimo y luego me imprimieran unas cuantas copias para cumplir, pasaran de mí y fueran a chuparle la sangre al siguiente “influencer” de su lista de pre-olvidados. Así que lo que hice fue: escribir como un condenado (en 40 días tenía dos libros escritos y listos para publicar), contratar a mi propio equipo de editor, maquetador (el que deja bonito el texto) y diseñador (el de la parte de fuera), darles mis manuscritos y que hicieran su magia.
También traduje el libro de las 5AM, el que te puse el título arriba, y contraté a un editor americano para que lo editara “desde cero” en ese idioma.
Así que ese libro, en particular, se puede comprar en dos idiomas.
Pero la cosa no es esa, sino lo que te decía antes:
Ninguno de los dos los escribí por ganar dinero.
Fue un poco, creo yo, rollo “sujétame el cubata”, en plan, “puedo hacerlo, así que lo haré”, pero la verdad es que elegí el tema del primero, el de despertarse ultratemprano cada mañana, porque pensé:
“Esto es, con toda seguridad, la práctica que más me ha ayudado a mí en mi vida adulta”.
Así que escribí sobre esto.
Seguramente, ahora que ya tengo canas en la barba como los perros (terriers, sobre todo) que van haciéndose viejos, si escribiera otro libro, lo escribiría pensando bastante más en la rentabilidad. No me dedicaría solamente a escribir como un volado mental, tratando de exprimir todo mi conocimiento sobre un tema al máximo, simplemente por amor al arte, por ayudar, por enseñar a otros, pasando tres pueblos de cómo vender ese trabajo que, no sé si lo sabes, es duro que te caggas (escribir un libro, digo).
El resumen es que solo pensé en crearlo y que fuera bueno, no en cómo venderlo.
Porque no quería hacerlo.
He aquí otra revelación de negocio y vital, si me dejas:
Si no piensas en venderlo, mejor ni lo hagas.
¿Por qué?
Me viene un poco a la mente mientras escribo, así que improviso.
Fíjate que acabo de escribir, un poco siguiendo el flow, que mi máxima ambición con ese libro era 1) un rollo ególatra de Pantenero de “porque yo lo valgo”, pero también 2) para ayudar a la gente, sin filtro, dándoles todo mi conocimiento sobre algo que considero que también puede ser valioso para ellos (despertarse temprano, por muchas razones que no cuento ahora, sino en el libro).
Pero Ok, la cosa es que sí, la misión 1 la cumplo de sobra.
Escribo, edito, autopublico (por lo de no esperar por nadie, siempre he sido un poco así), dopamina y fin.
La parte que falla es la 2) la de que le llegue a la gente y la gente lo lea, y la gente lo disfrute, y la gente lo aplique.
Porque si no lo vendes, no les llega.
Si no les llega, no lo leen.
Y si no lo leen, pues te quedas con solo eso: siendo el autor coj*nudo que escribó dos libros en lo que el ciudadano medio aprende a tocar “Cumpleaños feliz” en el piano y con dos dedos, que queda como anécdota de ultracreatividad muy guapa para ligar, pero que ni para eso me sirve porque estoy prácticamente casado con Sara.
Así que hay que vender lo que haces.
No todo, quizás.
Pero lo que quieras que sea consumido por alguien, tiene que ser ideado y distribuído con una etiqueta de precio que deje muy claro que “esto está hecho para que lo compres y te lo lleves a tu casa”.
Lo curioso de todo esto es:
Que a pesar de que he hecho cero campaña de marketing de mi libro, salvo algunos blogs rápidos y largos como este, que en Amazon hay decenas sobre el tema, y que uno de ellos es de nada más y nada menos que de Robin Sharma, que por no tener no tengo ni una copia física en casa porque, como te he dicho ya, me ha dado igual si se vende o si no se vende, de vez en cuando, a pesar de todos los desplantes que le he hago a mi bebé de casi 200 páginas, de vez en cuando aparece alguien y me habla de algo que ha aprendido en el libro.
Lo interesante es que ese aprendizaje pocas veces tiene que ver con madrugar.
La mayoría de veces, tiene que ver con disciplina, estoicismo, liderazgo, o con otras historias de desarrollo personal que cuento porque, como decía, lo utilicé como descarga mental durante días y días, tratando de crear algo valioso, así que metí lo que me dio la gana de todo lo que había aprendido hasta entonces.
Algunas personas son capaces de “leer entre líneas” y luego me lo cuentan.
Que les ha gustado, que se lee en dos tardes y que mola porque así no lo dejan a medias como otros cientos de libros que tienen medio empezados, pero que no quieren recuperar porque no saben si tendrán que volver a empezar de cero para enterarse de lo que está contando el hilo, que está infravalorado, que les ha ayudado a despertarse antes (obvio), que les ha ayudado a acostarse antes también (no tan obvio), que debería escribir otro…
Mi libro te enseña a despertarte a las 5 de la mañana, o a la hora que te de la gana, cada día, sin fallar ni uno solo.
Si logras esto, tienes la mitad del camino hecho.
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